sábado, octubre 30, 2010

Andenes Orientales ampliará la oferta turística de Machu Picchu

Área alberga terrazas, canales de agua, caminos incas, flora y fauna. Nuevo sector estará listo en un año para recibir a los visitantes. Lo llaman Andenes Orientales porque se erige en el lado noreste y desconocido de la montaña de Machu Picchu. El sitio se empezó a limpiar de maleza en la década de los años 80, pero luego fue dejado de lado. “Se pensaba que era una zona agrícola menor. Nos equivocamos”, dice la arqueóloga Piedad Champi, quien se encarga ahora de la restauración de Andenes Orientales. Dentro de un año, este lugar formará parte del circuito turístico, según el jefe del Parque Arqueológico de Machu Picchu, Fernando Astete. En un punto de la carretera que une Aguas Calientes con la ciudadela –y que la Dirección Regional del Ministerio de Cultura prefiere mantener en reserva– nace la ruta a Andenes Orientales. En medio de la maleza, una maltrecha puerta da la entrada a otra dimensión. Unas tres hectáreas de terrazas, canales de agua, fuentes ceremoniales, caminos incas, flora y fauna nativa. Todo cuelga de la montaña empinada. Los arqueólogos lo han dividido en cinco sectores; cada cual es más bajo que el anterior para asegurar variedad de microclimas. Al primer sector lo llaman Catarata, porque las terrazas no alineadas remiten a caídas de agua. Fueron construidas sobre un farallón con apariencia de muralla. Los restauradores usan unas mangueras gruesas que están conectadas a fuentes de agua que, 500 años después, funcionan con la misma potencia. “No hemos llegado al origen, pero sabemos que no es producto de las lluvias porque brota agua todo el año”, explica Wilfredo Pelayo, uno de los trabajadores más entusiasmados con el lugar. VISTAS GENEROSAS Antes de empezar el recorrido, Pelayo nos recuerda que estamos en un lugar privilegiado del cerro Machu Picchu, de donde se tiene una buena vista de todo el entorno. Un Vilcanota, verde y platinado, nos separa de las montañas sagradas Putucusi, Yananti, Huayna Picchu y del cerro en cuya cima está la Puerta del Sol o el inicio del Cápac Ñam. El sector 2 destaca por la inusual forma de los andenes: convexos, angulosos, estilizados. Se trata de una adaptación rigurosa al contorno de la montaña. Hubiera sido más fácil alinear la plataforma, pero se cree que no lo hicieron por ese alto sentido de conservación y respeto por el apu. En el sector 3, llaman la atención los disipadores de agua. Una suerte de caminos cuesta abajo por donde discurre el agua que drena de las lluvias. El sector 4 es el más sorprendente. Además de las orquídeas, destacan seis fuentes de agua: mezcla de utilidad con culto religioso. Son esculturas geométricas, rodeadas por piedras dispuestas en dirección a la salida del sol. Desde este lugar curvo de la montaña, se ve el codo que forma el Vilcanota al cambiar su curso. Por ello uno de los canales de agua se curva también, en la misma orientación. Otra de las fuentes de piedra presenta dos protuberancias al lado del chorro. Los restauradores discrepan. Para unos son senos; para otros, testículos. Lo segundo se ajusta más a la cosmovisión andina del agua que fecunda la tierra. El sector 5 es aún inaccesible. El camino inca por el que hemos atravesado todo Andenes Orientales de pronto se cubre de maleza. Sin embargo, no es necesario hacer el mismo recorrido a la inversa. Una bifurcación, a la altura del sector 4, conduce a Machu Picchu en 40 minutos por un camino adoquinado y cubierto de hojarasca. Es un ascenso ligero y fresco, pues árboles silvestres, como el pisonay, el incienso y el cur cur prestan su sombra. EN PUNTOS El antropólogo John Verano determinó que la mayoría de los restos de 177 personas hallados en Machu Picchu no eran de soldados ni constructores. Tampoco eran de la realeza (sus tumbas no eran ostentosas) ni de gente común. Se trataba de una clase media privilegiada que se alimentaba del maíz que se cultivaba en Andenes Orientales, Patallaqta o Inkarakay.

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